En general, la eficacia de un collar de adiestramiento depende de tres factores que podemos controlar a la hora de dirigir la conducta de nuestros perros:

Tiempo de exposición al estímulo. Cuando se trata de eliminar una conducta indeseada, el tiempo de exposición al estímulo y la inmediatez del mismo influyen de forma directa. En el caso de collares eléctricos, debes estar pendiente en todo momento para aplicar el estímulo aversivo. Collares como los antiladridos, en cambio, se activan por vibración y sonido.Grado del estímulo. Cuando se administra un medicamento, la dosis marca siempre la diferencia entre el éxito y el fracaso del tratamiento. Con el adiestramiento ocurre lo mismo: el nivel de estimulación es crucial. Lo aconsejable es comenzar con el grado mínimo de descarga e ir aumentando hasta alcanzar un punto óptimo. Llegando al máximo, evidentemente, no corres el riesgo hacer daño a tu mascota, pero puede que no sea necesario. Todo dependerá de la naturaleza de tu perro: peso, personalidad, estado emocional, perfil psicológico...Combinación de estímulos. Cualquier estímulo que usemos como medio para corregir una conducta o añadir conductas nuevas al catálogo del perro debería ir siempre en combinación con un estímulo auditivo. La voz es, por supuesto, el estímulo sonoro preferente, ya que el objetivo final a alcanzar con un collar de adiestramiento es que tu perro obedezca tus comandas verbales sin necesidad de aplicarle un estímulo aversivo (descarga, vibración, pulverización...).